La exactitud realística te hace menos creativo
Nosotros, cuando niños, nos encontramos en una etapa donde la creatividad y la imaginación brota como agua de manantial, pensamos y diseñamos mundos donde todo encaja a nuestro deseo y favor. Es el reino concentrado en un solo universo: nuestras mentes. Al no saber la exactitud de las cosas, ya que lo poco que recibimos, hacemos decir: ¡Esa es la verdad, no conocemos más otra, no hay otra cosa más suficiente que lo que vemos! Sin embargo, el universo es tan amplio que no sabemos cuál es su medición, nunca lo hemos calculado.
Cada día y año que pasa, nos convertimos en nuevos seres, mutando desde un personaje tras otro, de acuerdo a cada situación que vivimos, aprendemos y afrontamos debido a las miles de situaciones que recibimos. A su vez imponemos nuestras propias reglas, conformándonos desde un sentido de la ética moral, sobre cómo será la forma correcta e ideal para actuar a sí mismo.
Al principio, somos seres que nos deleitamos por las nuevas innovaciones, y a su vez comenzamos a usar el raciocinio, sobre el porqué de las cosas, su origen y causas. Sin embargo, en el área de la creatividad e imaginación, se trata de proyectar nuestras opiniones del mundo a través de expresiones artísticas, a su vez lo reflejamos todo a través de un juegos, incluso los medios de comunicación ayudan a reforzar estas imaginaciones. Hay que acotar que la diferencia entre un adulto creativo y un niño creativo, está en la formación metodológica que cada uno recibe. Cuando nuestro niño interior se da cuenta de la exactitud de la realidad con que afrontamos, muchas veces es tan cruel que reprimimos los diversos sentidos intelectuales que el humano está dotado, como la capacidad a resolver problemas usando justamente la creatividad, una de las habilidades más importantes para nuestro ser. Esto es debido que al crear nuestras propias bases teóricas empíricas basadas en la realidad, siempre se componen de muchos juicios falsos, ya que el adulto no cambia su modo de ser y mantiene rígida sus creencias, el niño todavía sigue en etapas cambiantes que puede suprimir aquellos juicios. Por lo tanto un adulto, se bloquea para admitir otros nuevos campos de conocimiento que requiere el uso de la creatividad.
La otra diferencia de estas etapas está la ausencia del desarrollo metodológico, que es decir, el niño siempre está en constante momento de usar la imaginación, aunque esta no tenga el conocimiento científico, en cambio al adulto, si esta maneja bien sus métodos para continuar con el proceso de la creatividad, canalizando ese potencial hacia un área en específico, podría lograr con éxito muchas expectativas que habría planteado, que incluso ayudaría a otros debido a las creaciones que ha hecho la persona.
La creatividad también consiste en tener aspiraciones de la vida de un mundo imaginario, donde cómo nos sentiríamos tan bien, a veces con ilusiones de reyes y vida buena, de poderes y dominios que nunca hubiésemos imaginado tener en nuestras manos. Pero he ahí otra interrogante… ¿cómo lograrlo? ¿Cómo convertir esa creatividad en realidad? Por esa cuestión, entramos en otros extensos mundos que a veces nos perdemos y nos olvidamos de los primeros objetivos que nos habíamos planteado, o tal vez logramos construir otros sueños muy diferentes que la principalmente propuesta.
Sé que es un largo camino y sin saber los límites de nuestros sueños, y al recorrerlo tanto que nos entregamos a construir ese sueño, reconocemos que al observar desde nuestro interior pasado, nos enteramos que hemos hecho grandes construcciones que nunca nos habíamos creído.
¿Cuándo se reprime y se bloquea esta creatividad? Cuando nos enfocamos cada vez en problemas de bajo grado, fallamos una y otra vez en el enfrentamiento a la realidad, llegamos al punto de negar nuestras aptitudes intelectuales y nos consideramos seres inútiles, hasta perdidos. Sucede cuando abandonamos nuestra Fe en nosotros mismos, así tal cual nos encerramos en un único espacio, sin liberar la mente.